Antibióticos veterinarios en las aguas subterráneas
El análisis de las aguas subterráneas en la Plana de Vic y la comarca de la Selva ha detectado la presencia de varios antibióticos de origen veterinario, que suponen un indicador de contaminación proveniente de los purines de los cerdos que se esparcen sobre el terreno. Aunque se ha limitado el uso de estos medicamentos en la cabaña porcina (que en Cataluña es muy numerosa, con unos diez millones de ejemplares), prácticamente todos los piensos siguen teniendo trazas de antibióticos para evitar que los animales enfermen y conseguir que crezcan mejor. Los restos quedan en los excrementos y, desde donde se lanzan, llegan al interior de los acuíferos.
En la Plana de Vic los niveles detectados han llegado a sobrepasar los 1000 ng / l (nanogramos por litro), mientras que en la Selva no han llegado a los 200 ng / l en la mayoría de los casos. Se corresponden con los niveles de nitratos -también en buena parte procedentes de los purines- detectados en las dos zonas: en Vic se sobrepasan los 250 miligramos por litro y en la Selva no se superan los 50 marcados como límite por la legislación vigente. Y las previsiones es que los antibióticos estén presentes también en otras zonas de producción ganadera.
Al contrario de lo que ocurre con los nitratos, por ahora la presencia de antibióticos en el agua no está legislada. Actualmente estas aguas no llegan a la red de abastecimiento, pero el peligro radica en beberla directamente de pozos o fuentes sin tratar. El efecto sobre la salud de las personas podría ser la creación de resistencias a estas familias de antibióticos y la aparición de problemas digestivos, especialmente en bebés y personas mayores.
Nanopartículas en aguas residuales
Los fulerenos son un tipo de nanopartículas con una estructura de más de 60 átomos de carbono que se forman en procesos de combustión a altas temperaturas y que perduran en el agua y los sedimentos. Hasta ahora se han realizado pocos estudios sobre sus efectos ambientales y sobre la salud humana, pero la Agencia Americana del Medio Ambiente lo ha incluido en el listado de contaminantes emergentes. Ahora, por primera vez en Europa, se ha analizado su presencia en las aguas residuales de salida de las principales depuradoras de Cataluña, y se han encontrado en la mitad de las muestras, con niveles más elevados en las áreas cercanas a zonas industriales y del aeropuerto del Prat (se generan por las altas temperaturas de los neumáticos al aterrizar y frenar).
El estudio ha mostrado, además, que concentraciones de 500 ng / l afectan el esqueleto de organismos como la Daphina. Aunque los fulerenos no están legislados por ahora ni en Europa ni en Estados Unidos, los científicos creen que si se acumulan evidencias de sus efectos ambientales, se acabará para limitar la presencia.
Los herbicidas afectan a las algas del Llobregat
El tercer estudio presentado ha analizado los efectos de los herbicidas que llegan a la parte baja del río Llobregat. La conclusión es que, si casi no se han encontrado influencias sobre los invertebrados, sí afectan algunas de las algas del río, que ven inhibida la capacidad de fotosíntesis. Este factor se añade a todas las presiones que ya sufre este ecosistema, en un río con episodios de riadas y sequías. En otros cursos fluviales con más cantidad de agua, la proporción de herbicidas es más baja y, por tanto, tienen menos efectos sobre las algas.
La solución, en los tres casos, pasaría en primer lugar por la prevención. En el caso de los purines, por ejemplo, con una gestión más adecuada de donde se vierten, evitando las áreas cercanas a los acuíferos. Los científicos Damià Barceló y Sergi Sabater han remarcado también la importancia de una mayor acción conjunta de los departamentos de medio ambiente y de agricultura para conseguir el equilibrio entre agricultores y ganaderos y los criterios ambientales que garanticen la calidad del agua de Cataluña.
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